“Es como contemplarse en un espejo, la forma y el reflejo se observan. Tú no eres el reflejo pero el reflejo eres tú. Maestro Tozan

viernes, 10 de diciembre de 2010

Lucas Samaras y las transformaciones

Apenas iniciada la década de los 70, un artista plástico se abrió paso en forma abrupta y desconcertante. Tras experimentar en pintura y escultura, encontró un aparato sencillo, sin más complejidad que la invertida en la fotografía de aquél entonces, pensada sólo para lograr imágenes rápidas, al vuelo. El griego Lucas Samaras había descubierto la fotografía polaroid y, por su técnica, abriría paso a la inspiración de millones en la apenas naciente fotografía digital. El único antecedente, relativamente cercano, al principio de la manipulación de imágenes fotográficas, más allá de Man Ray, con la transformación como principio explícito, se puede decir que pertenece a Samaras.


Concebido como un ejercicio de manipulación, orientado a la transformación de la emulsión de imágenes polaroid, Samaras se encuentra entre los primeros en haber desarrollado lo que hoy se conoce como “transferencia polaroid”: tras tomar la fotografía, humedecer imagen y su soporte en una solución, para así desprender la gelatina impregnada en la superficie de plástico. Una vez hecho eso, trasladar la gelatina a otro soporte para en la nueva superficie hacer con dicha imagen lo que se quiera.

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Derritiendo, diluyendo, raspando, quemando, rompiendo, maltratando la emulsión, Samarás desarrolló la serie “Autoentrevistas”, conjunto de autorretratos en los que ocupa el lugar de un modelo en diferentes circunstancias, hablando de tal modo con el lente, que la percepción de la imagen no se encuentra supeditada a la maestría sobre el mecanismo de la cámara, menos aun, en la fantasía que el modelo tiene de sí mismo y por ello como se proyecta ante los ojos de un espectador imaginario.
Se trata, en todo caso, de un descenso pesadillesco hacia la construcción de un cuestionamiento deliberado.
Samaras toma de los cabellos la poesía lírica del foto periodismo —particularmente el de guerra—, de la misma forma que agrede la cada vez más ampulosa y compleja fotografía de modas, cuyos modelos aspiran a volverse frente a la cámara una imagen no sólo ideal, aspiraciones de carne y hueso de aquello a lo que debería aspirar un ser humano.


En su lugar, Samaras elabora una confrontación con el espectador; plantea un tipo de mirada que se aparta de la belleza y, sin recurrir al fotomontaje, pues todo lo trabaja en una misma gelatina, cambiar la dinámica: un hombre común, alguien con quien se podría tropezar cualquiera en la calle, pero accediendo a él a partir de las representaciones que de sí mismo forma.


A cambio de glamour, miedo; en lugar de un campo bombardeado, la intimidad de una habitación; sin un ícono del mundo del espectáculo, un simple y vulgar desnudo, aunque sin los retoques ni afeites propios de una fotografía dirigida. En otras palabras, la búsqueda de un cuerpo tan deteriorado, como la idea de su propietario.


La obra fotográfica de Samaras hoy forma parte de la colección de más de una decena de museos. Pese a que entre su trabajo se encuentra una porción relevante del arte contemporáneo de finales del siglo XX, incluidas pinturas, arte objeto y escultura, prácticamente ninguna de ellas rivaliza con su trabajo fotográfico durante la primera mitad de los años 70.

2 comentarios:

  1. Interesante colorido. Transmite una sensacion demasido descarnada quizas, pero la tecnica es muy sugerente...

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  2. Un loquito Samaras! pero muy copadas las cosas que hizo! zarpadas fotos y anterior al photoshopeo de hoy en día increibles obras de arte!
    beso
    M
    gran blog ahora lo sigooo

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