Las fotos más insólitas, bellas
y
emocionantes de la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz (1949)
no son las de los personajes famosos que le dieron su reputación,
sino las que toma día a día de su familia y amigos.
Originales, estéticas, atrevidas e impactantes son las imágenes
de los actores, políticos o músicos que la fotógrafa ha captado con
su cámara desde 1990 hasta hace tres años; composiciones elaboradas
en las que ella entabla una relación muy personal con su modelo.
Pero su faceta más humana, su fotografía más natural, espontánea e incluso sorprendente se descubre con las fotos de su gran familia judía: sus hijas -la primera, Sarah, alumbrada a los 51 años, y sus gemelos Samuelle y Susan, de una madre de alquiler- y, sobre todo, de su amante, la escritora Susan Sontag, ya fallecida.
Muy íntima y espontánea es una imagen de 1996 de la cantante Patti Smith con sus dos hijos, Jackson y Jesse, en un rincón de su casa, entre sus instrumentos musicales y junto a su gato. Intercaladas con estas fotos de gran formato y entablando una cierta tensión, están las del álbum personal de Leibovitz, muchas de ellas de sus padres y hermanos o de sus hijas y, en otro registro de la artista, las que tomó en Sarajevo en pleno asedio serbio, en 1993.
Pero las fotografías más profundas son las que Leibovitz hizo a su amante, Sontag, en sus últimos días, hasta su muerte por cáncer, el 28 de diciembre del 2004, poco antes de la de su propio padre, Samuel, a quien también retrató en su lecho final.
Sontag aparece en sus buenos momentos -una puesta de sol en Egipto o trabajando en sus libros-, pero sobre todo en los malos, desde que se le diagnostica su enfermedad, cuando es tratada en el hospital, en el momento en que se hace cortar el pelo, y cuando lucha, cuando sufre y cuando muere. La idea de esta exposición surgió cuando Leibovitz preparaba un libro de su obra en los últimos quince años, que también está a la venta y en el que rinde por primera vez homenaje público a Sontag, con quien admite que mantuvo "una historia de amor".
Al seleccionar las imágenes para el proyecto -interesante proceso que queda reflejado en una sección de la muestra-, la artista se dio cuenta de que, pese a lo diferentes que son, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común.
Muy íntima y espontánea es una imagen de 1996 de la cantante Patti Smith con sus dos hijos, Jackson y Jesse, en un rincón de su casa, entre sus instrumentos musicales y junto a su gato. Intercaladas con estas fotos de gran formato y entablando una cierta tensión, están las del álbum personal de Leibovitz, muchas de ellas de sus padres y hermanos o de sus hijas y, en otro registro de la artista, las que tomó en Sarajevo en pleno asedio serbio, en 1993.
Pero las fotografías más profundas son las que Leibovitz hizo a su amante, Sontag, en sus últimos días, hasta su muerte por cáncer, el 28 de diciembre del 2004, poco antes de la de su propio padre, Samuel, a quien también retrató en su lecho final.
Sontag aparece en sus buenos momentos -una puesta de sol en Egipto o trabajando en sus libros-, pero sobre todo en los malos, desde que se le diagnostica su enfermedad, cuando es tratada en el hospital, en el momento en que se hace cortar el pelo, y cuando lucha, cuando sufre y cuando muere. La idea de esta exposición surgió cuando Leibovitz preparaba un libro de su obra en los últimos quince años, que también está a la venta y en el que rinde por primera vez homenaje público a Sontag, con quien admite que mantuvo "una historia de amor".
Al seleccionar las imágenes para el proyecto -interesante proceso que queda reflejado en una sección de la muestra-, la artista se dio cuenta de que, pese a lo diferentes que son, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común.
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