La realidad es la emanación, rodeada
de misterio, del mundo interior." Con estas palabras del poeta alemán
Novalis iniciaba Herbert List su libro Zeitlupe Null ("Retardador
cero"), concebido a finales de la década de los treinta. Así definía el
concepto de Zeitlupe Null acuñado por él: "Imágenes aferradas en el
espacio de un instante durante el cual se consuma la detención del
tiempo". List percibía los objetos que quiso inmortalizar en sus obras
de aquellos años como manifestaciones metafísicas aisladas en el tiempo y
en el espacio, independientes del significado que realmente tenían.
Sed (1939) |
Los objetos que ve Herbert List
conforman un pequeño mundo en el que queda reflejada su vida interior.
Su función es la de iluminar ese interior provocando eventuales
asociaciones de ideas.
Para
List es esencial la "sustancia mágica" de los objetos, ya sean éstos
mazas, bicicletas, muñecas, máscaras, gafas, ceniceros, sillas o mesas.
Esa sustancia provoca una tensión recíproca que liga los cuerpos.
Alude, en ocasiones, al misterioso vínculo que se establece entre una
mesa y una silla. Otras veces crea contrastes metafísicos, como la
contraposición de un pez en el interior de su pecera con el mar al
fondo. La atmósfera abstracta creada por un horizonte ilimitado o por
una playa sin fin, por la utilización de sombras sobre superficies
lisas o por una luz misteriosa son elementos que contribuyen a reforzar
el componente irreal de sus imágenes.
List empleaba con frecuencia como modelos a sus amigos y
compañeros. Los disfrazaba, los envolvía en telas de lino, componía con
sus imágenes collages y exposiciones dobles, consiguiendo de esta forma
fotografías de una gran intensidad simbólica. Objetos inanimados y
modelos humanos tienen, en la obra de List, un cierto halo de inocencia:
con la imagen de la monumental estatua cubierta de telas en la aún no
inaugurada Exposición Internacional de París de 1936, pretendió
simbolizar, algo ingenuamente, el poder fascista. Ni el joven que
sostiene un vaso de whisky en la fotografía titulada Sed (1939), ni el
propio autor, debieron darse cuenta de que con aquella imagen se
estaban sentando las bases de un lenguaje profundamente psicológico que
más tarde sería la piedra angular de las actuales técnicas
publicitarias.
En esas obras iniciales, el fotógrafo parece establecer
comunicación con un mudo: sus imágenes comunican temores inconscientes,
tácita belleza, asociación de las ideas generadas, no por los objetos
en sí mismos, sino por las fisuras de sus propios significados. List
trabajó en Hamburgo, en el negocio familiar de importación de café hasta
1936, considerando la fotografía como un pasatiempo. No pudo publicar
su libro Zeitlupe Null al verse obligado a abandonar Alemania por
motivos políticos. Sin embargo, colgó sus obras en una exposición
celebrada en 1937, en París, ciudad en la que se estableció durante
algún tiempo antes de trasladarse a Londres y más tarde a Grecia. El
fotógrafo, apasionado de la mitología griega, dedicó esos años a la
elaboración del libro Licht üher Hellas ("Luz sobre la Hélade"), que se
publicó en Alemania en 1953. Estas fotografías no son simples
reproducciones de un paisaje, sino visiones, llenas de misticismo, de un
pasado grandioso. En ellas se hacen evidentes la clara identificación
de List con el romanticismo alemán y la estrecha relación con los
elementos surrealistas de la pintura metafísica de De Chirico.
Las primeras experiencias fotográficas
de List están muy influidas por Dalí, Magritte y Man Ray, aunque, sin
duda, su maestro fue el De Chirico de la primera época, cuyas obras
ejercieron un gran ascendente sobre él. El crítico de arte Günter Metken
creó, a partir de la obra de List y de otros autores de su misma línea,
el concepto de "fotografía metafísica". Las obras de List y las
naturalezas muertas de De Chirico, aunque de origen muy diferente,
presentan multitud de elementos comunes. Ambos manifestaron en su día su
admiración por otro gran artista, Giorgio Morandi, quien desarrolló en
su obra un agudo espíritu de observación estética de los objetos
triviales. En 1950 List visitó y retrató a De Chirico en Roma y a
Morandi en Bolonia: De Chirico, lleno de jactancia y presunción, ya
lejos del extraordinario período creativo de sus primeros años, era un
fatuo monumento a sí mismo; Morandi continuaba siendo un soñador
fantástico, embelesado por sus entrañables cálices y botellas.
Las primeras obras de List tendían
abiertamente al formalismo de Andreas Feininger, hijo del pintor Lyonel
Feininger. Este gran fotógrafo convivió con List en Hamburgo, en 1930, y
le convenció para que comprase su primera cámara. En Feininger pueden
encontrarse influencias de los elementos abstractos que usaba en la
composición plástica Moholy-Nagy, aunque también es indudable su
relación con el impulso innovador de la Bauhaus.
En estos años se desarrolló en List el
idealismo del movimiento juvenil alemán, cuya ideología se basaba en la
exaltación de los valores del romanticismo del siglo XIX.
Ésta es la
descripción que hizo el escritor inglés Stephen Spender del estilo de
vida de List en aquellos años: "Herbert era el aglutinante de un grupo
de amigos que constituía para mí lo más libre y espiritual que podía
encontrarse en la nueva Alemania. Eran hijos del sol. Para ellos, más
importante que la política, los negocios o la actividad profesional era
'la vida', o sea, la amistad, el amor libre, la cultura física y la
naturaleza". Spender, londinense e intelectual de izquierdas, quedó
subyugado por la Alemania de los años treinta.
Esta élite intelectual
le parecía, sin embargo, inocua desde el punto de vista social y
político. Spender acusó a List de no polemizar, ni en sus fotografías
ni en su vida privada, sobre la problemática social de su tiempo.
Evidentemente le sobraban motivos para ello. List no consideraba que
ése fuese su cometido. Las fotografías de la antigua civilización griega
o las de la ciudad de Munich destruida por los bombardeos no le
interesaban como ejercicio estético en el sentido manierista del
término, sino por su significado metafísico.
Se trataba, por una parte,
de reflejar la fascinación que ejerce una civilización con dos mil años
de antigüedad y, por otra, de plasmar las apocalípticas consecuencias
del conflicto que enfrentó al Reich hitleriano con el resto del mundo,
escogiendo para ello la ciudad natal del movimiento nazi, llena también
de influencias helénicas, sobre todo en el ámbito arquitectónico.
Herbert List prosiguió la búsqueda de la dimensión metafísica observando
todo aquello que le rodeaba con una fuerza cada vez mayor. La
contemplación de las personas, no como voyeur o como reportero, sino
como observador aislado, reflexivo y distante, se inició en Hamburgo, a
orillas del Báltico, en los años treinta, y continuó en las siguientes
décadas.
Durante sus paseos no pensaba en los individuos que se cruzaban
en su camino, sino en la humanidad y en los problemas de la existencia.
Especial preocupación le causaba todo lo relacionado con la infancia,
la vejez y la soledad. Su carácter retraído le dotaba de un especial
sentido para escoger los modelos idóneos. A pesar de esta innegable
introversión, List estuvo siempre rodeado de un reducido, aunque
afectuoso, círculo de amigos, a quienes fotografiaba con gran placer y
mucha frecuencia. En estos casos, el acto de fotografiar se convertía en
una especie de posesión mágica y erótica. Para él era esencial captar
en su totalidad el alma y el cuerpo de las personas que le eran
queridas.
De esta forma,
List se especializó en el retrato. Muchos de los protagonistas de estas
obras eran artistas o amigos suyos y, en muchas ocasiones, ambas cosas.
Entre 1940 y 1960 List se codeó con la práctica totalidad de la elite
artística europea, especialmente de Francia, Alemania e Italia. Antes de
retratados, entablaba amistad con la mayoría de los pintores,
escultores, compositores, escritores y actores, ya que era esencial para
él que existiese absoluta confianza entre fotógrafo y modelo. Retrató a
Pablo Picasso, Georges Braque, Joan Miró, Jean Arp, lean Cocteau,
Marino Marini, Giorgio Morandi y muchos otros que solían dedicarle
alguno de sus trabajos, enriqueciendo así su gran colección de arte.
En estos retratos puede observarse
también una cierta dimensión metafísica: List consigue casi siempre
penetrar en la totalidad del personaje, reflejar la emanación
espiritual y la atmósfera que le envuelven. En los años cincuenta,
List, que hasta entonces siempre se había considerado como un aficionado
más, intentó introducirse en el mundo profesional y comercial. Publicó
varios libros que no siempre obtuvieron el éxito deseado.
La colección de imágenes de Roma (Roma, 1955) obtuvo un alto nivel de calidad
estética y reflejó el fuerte vínculo que une al autor con esta ciudad. El libro titulado Nápoles (1961) fue elaborado con la ayuda de Vittorio de Sica, amigo suyo, y captó el temperamento y humanidad de los napolitanos en clave cinematográfica de neorrealismo. En un viaje a tierras caribeñas obtuvo fascinantes imágenes e intensas experiencias vitales. Con ellas compuso Caribe (1958). La atracción que sentía List por las máscaras y su significado ritual le llevó a publicar, en 1963, el libro sobre arte popular nigeriano Bildwerke aus Nigeria ("Imágenes de Nigeria").
La colección de imágenes de Roma (Roma, 1955) obtuvo un alto nivel de calidad
estética y reflejó el fuerte vínculo que une al autor con esta ciudad. El libro titulado Nápoles (1961) fue elaborado con la ayuda de Vittorio de Sica, amigo suyo, y captó el temperamento y humanidad de los napolitanos en clave cinematográfica de neorrealismo. En un viaje a tierras caribeñas obtuvo fascinantes imágenes e intensas experiencias vitales. Con ellas compuso Caribe (1958). La atracción que sentía List por las máscaras y su significado ritual le llevó a publicar, en 1963, el libro sobre arte popular nigeriano Bildwerke aus Nigeria ("Imágenes de Nigeria").
Por otra parte, publicó fotografías de México, del Caribe, de Milán y de Nápoles en algunos números de la revista cultural suiza Du, de su amigo Immanuel Gasser, quien, con ocasión del setenta cumpleaños del artista, publicaría su obra completa.
Los libros reseñados revelan la habilidad de List en el empleo del color. Lo usaba para demostrar su gran sensibilidad y con él, a veces a su pesar, dio una nueva dimensión a su trabajo. Hizo también esporádicas incursiones en el campo del periodismo gráfico colaborando, con éxito relativo, en revistas como Life, Epoca, Heute y otras. Quizás el más significativo de estos trabajos fuese el reportaje realizado en la Casa Verdi, residencia de reposo para artistas líricos ya retirados: en estas imágenes, cargadas de intensidad, pudo combinar de forma perfecta su atracción por los temas de la vejez y la soledad con su profundo respeto por la personalidad de los artistas.
En 1963 Herbert List abandonó la fotografía casi por completo.
Desde su juventud había coleccionado grabados y bocetos. Después de la
guerra concentró su atención en el coleccionismo y, más concretamente,
en los maestros de la pintura italiana de los siglos XVII y XVIII.
Dedicó cada vez más tiempo a aumentar sus conocimientos históricos y
artísticos, visitó las colecciones más importantes de Italia, Francia e
Inglaterra, y asistió a las principales subastas de Christie's y
Sotheby's. Adquirió dibujos de los grandes maestros del manierismo,
inspiradores de su obra fotográfica. El coleccionismo se convirtió en
su gran pasión, como antes lo había sido la fotografía, que aún
proporcionaría al anciano List momentos de satisfacción.
Recientemente
se ha publicado, bajo el título de Zeitlupe Null, un portafolio de diez
ampliaciones originales de sus primeras obras, sin duda la aportación
fundamental de Herbert List a la fotografía de este siglo.
Me ha fascinado tu sitio, amo la fotografia y la casualidad me trajo hasta aca, viva la casualidad.
ResponderEliminarTe sigo
Saludos desde el sur del mundo.
Navegante, gracias por tu saludo. Un abrazo infinito...
ResponderEliminara mi la causalidad me ha traìdo hasta aquì, excelente espacio, Gracias por compartirlo!! :)
ResponderEliminarFOtografìa + Metafìsica. amo las 2. :)
Claudia Silver.
Argentina.